Nacer en el mar, el nombre de este espectáculo, viene a ser una definición de isla. Y para definiciones satisfactorias sobre los llamativos y mágicos territorios insulares no queda otra que recurrir a los poetas.

Eso es lo que ha hecho su autor, Yeray Rodríguez, precisamente un poeta que conoce a la perfección las coordenadas insulares trazadas por las palabras: esas que transitan entre las orillas y los vientos alisios de suavidad y tensión, entre los márgenes del cielo blando y el infinito, entre el fondo de la tierra y las esquinas del mar, entre algunos ojos de esperanza y otras estampas de dolor… Por eso es que, para ayudarse, ha recurrido a tirar de otras voces de la lírica canaria contemporánea y así ha podido armar un discurso -sinuoso y preciso a la par- que camina por diferentes paisajes peculiares de las Islas Canarias. Entre el todopoderoso mar y el cielo ilimitado se localizan, aupados por estos dieciséis nombres de escritoras y escritores, las orillas y los puertos, la sequedad del sur o la tierra de más adentro, los faros y los barcos, los dragos y algunos almendros…

¿Pero qué es el paisaje sin mirada? ¿Qué es sin personas, sin los movimientos del cuerpo y sin las fuerzas de los deseos humanos? Por eso la isla-mar puede ser migración, salida y regreso, frustración y paz, libertad y cárcel, soledad y solidaridad, marinero y campesino, pez o pájaro, familia y desapego… Y además también suele ser poema. Nacer en el mar nos acompaña, con sus poetas y textos, por la pasarela de la naturaleza, pero el hilo conductor profundo es la vida humana de todas las personas convocadas desde los ejes singulares de la insularidad canaria.

Y si el territorio se vuelve imprescindible porque la respiración de los seres depende de su oxigenante soporte, en Nacer en el mar también son absolutamente necesarios todos los elementos que componen la arriesgada puesta en escena, en directo y en streaming, de la compañía unahoramenos, encabezada por las sutiles mañas de su director Mario Vega y protagonizada por el armónico recital de las actrices Marta Viera y Ruth Sánchez.

La escenificación programada para para poder conectarse desde cualquier isla ya sea real, interior o utópica está basada en una representación teatral titulada Todo el cielo, adaptada a las particularidades de la época del covid-19, que ha puesto casi todo en entredicho, incluidos algunos elementos definitorios del milenario género teatral. ¿Qué quedará de todos estos nuevos modos? De momento no podemos predecir mucho, pero sí señalar una recta certeza: mientras haya personas habrá islas, mares, teatro y un puñado de poemas.