El espectáculo cuyo guion firma el dramaturgo colombiano Fabio Rubiano y se inscribe en el marco del Bienio Galdosiano (2018-2020), está protagonizado por los actores Marta Viera, Ruth Sánchez, Abraham Santacruz y Efraín Martín.
La obra, cuyo estreno en el Teatro Pérez Galdós está fijado para los días 10, 11 y 12 de octubre, será dirigida por Mario Vega y la música estará compuesta por Carlos Oramas.
‘El crimen de la calle Fuencarral’ es el título de la segunda gran producción que se estrenará los días 10, 11 y 12 de octubre próximo en el teatro Pérez Galdós de la capital grancanaria, en el marco del Laboratorio Galdós, un proyecto transversal de experimentación escénica que dio comienzo el pasado año con la entrega de su primer montaje, ‘Ana, también a nosotros nos llevará el olvido’.
La obra cuya guion firma el dramaturgo colombiano Fabio Rubiano y dirige el canario Mario Vega, estará interpretada por un elenco que integran Marta Viera, Ruth Sánchez, Abraham Santacruz y Efraín Martín. La música será compuesta por Carlos Oramas, mientras que de las animaciones se responsabiliza Juan Carlos Cruz y de la iluminación Ibán Negrín.
En clave de comedia
El denominado ‘Laboratorio Galdós’ –que coproducen la Fundación Auditorio y Teatro y Unahoramenos, contando con el patrocinio del Cabildo de Gran Canaria, Gobierno de Canarias, ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria y la colaboración del ayuntamiento de Agüimes-, vuelve a activarse a partir de un texto elaborado por Rubiano, uno de los referentes del teatro contemporáneo hispanoamericano, inspirándose en una crónica periodística escrita por el novelista canario, Benito Pérez Galdós, a raíz de un asesinato acaecido el 2 de julio de 1888, en el número 109 de la calle Fuencarral de Madrid.
Galdós empleó sus crónicas realizadas para el periódico de Buenos Aires ‘La prensa’, como base para dos de sus denominadas novelas contemporáneas, ‘La incógnita’ y ‘Realidad’, así como para la pieza teatral del mismo nombre. Hay que recordar que el polémico y dilatado proceso que siguió al luctuoso suceso que conmocionó a la España de la época, acabó en ejecución, la última que se hizo en público con garrote vil en España.
Partiendo de estas crónicas cargadas de ambigüedades en la composición de los hechos sucedidos alrededor del caso, las coartadas, las posiciones personales, y los análisis del tiempo, Fabio Rubiano escribe una atractiva dramatización de los hechos, en clave de comedia, que enganchará al público como lo hizo el crimen de la calle Fuencarral hace más de 130 años. Los cuatro actores interpretarán a una treintena de personajes en esta relectura en clave de dramaturgia contemporánea por la que ha apostado esta nueva coproducción del Laboratorio Galdós.
En la mañana de hoy miércoles, día 10 de abril, fue presentada la mencionada producción teatral por Carlos Ruiz, consejero de Cultura del Cabildo grancanario, Aurora Moreno, directora general de Promoción Cultural del Gobierno de Canarias, Mario Vega, director de escena, y Tilman Kuttenkeuler, director general de la Fundación Auditorio y Teatro de Las Palmas de Gran Canaria.
El ‘Laboratorio Galdós’ tiene lugar en el contexto del amplio programa ‘Bienio Galdosiano’ impulsado entre 2018 y 2020 por el Cabildo grancanario, con la finalidad de celebrar la dimensión de la herencia del universal escritor canario con motivo del 175 aniversario de su nacimiento (1843–2018) y los 100 años de su muerte (1920–2020).
Intensa programación
Alrededor del montaje ‘El crimen de la calle Fuencarral’ volverán a articularse un sinfín de iniciativas como ocurriera el pasado año con la obra ‘Ana, también a nosotros nos llevará el olvido’, que disfrutaron más de 1.500 personas en las tres funciones de estreno programadas en el teatro Pérez Galdós, así como un total de 1.147 escolares de 18 centros de Gran Canaria, principalmente de primero y segundo de Bachillerato, y también cuarto de la ESO. Por ello, los responsables del ‘Laboratorio Galdós’ insisten en definirlo como una experiencia única impulsada en el ámbito de la creación de las artes escénicas en Canarias, que concibe al público y a los agentes escénicos como instrumento vital y motriz de todas y cada una de las actividades que se llevarán a cabo hasta la fecha de del estreno de la producción ‘El crimen de la calle Fuencarral’.
De una manera transversal y durante la fase de producción de este segundo montaje teatral, el público en general tendrán la oportunidad nuevamente en el mes de septiembre y octubre de descubrir en las nueve sesiones previstas de la actividad denominada ‘Ensayo y error,’ cómo se articula y cuece un espectáculo de la envergadura de ‘El crimen de la calle Fuencarral’. ‘Ensayo y error’ permite no solo al público testar de cerca el proceso creativo vivo y en transformación que supone una obra escénica, sino al director conocer las inquietudes y visiones de los espectadores sobre la misma y su propio trabajo. También se llevarán a cabo en octubre tres sesiones específicas de ‘Ensayo y error’ orientadas a escolares.
Asimismo, volverá a celebrarse en esta segunda edición del ‘Laboratorio Galdós’ la actividad denominada ‘Estado de la cuestión’, con mesas redondas que abordarán en el teatro Pérez Galdós y en la Casa-Museo Pérez Galdós, temáticas vinculadas al teatro de Galdós y su traslación actual. Así, el día 17 de septiembre, en el teatro Pérez Galdós, se desarrollará una mesa que bajo el título de ‘Galdós y periodismo’, reúne Salvadora Luján Ramón, doctorada en Filología Hispánica por la ULPGC y Carmen Márquez, experta en teatro, entre otros, arrojará luz sobre el Galdós cronista y sobre la magnitud de su trabajo en prensa, así como su visión de la cultura.
También el 24 de septiembre, en el teatro Pérez Galdós, tendrá lugar otra mesa redonda que abordará el Madrid de Galdós, la España de entre siglos y otros crímenes famosos de la historia de España. La invitada a esta mesa es Nieves Conconstrina, que dibujará un cuadro de la época en que vivió Galdós, trazando un puente entre ‘El Crimen de la calle Fuencarral’ y lo que está por venir en 2020: una biografía del insigne autor de los ‘Episodios Nacionales’.
Espectáculo de calle
Además, el 20 de junio próximo, será estrenado en el exterior del coliseo capitalino y en el marco de las Fiestas de San Juan, el espectáculo original de calle titulado ‘#todoesnavegar’, otra de las actividades diseñadas en el contexto del ‘Colaboratorio Galdós’, que vincula desde la multidisciplinariedad, la docencia y las profesiones relacionadas con el ámbito de la producción escénica profesional. Desde mayo del pasado año 2018 se viene trabajando con más de un centenar de alumnos y alumnas de los centros IES Pérez Galdós, Escuela de Arte y Superior de Diseño de Gran Canaria, IES Politécnico y Conservatorio Superior de Música de Canarias, en este montaje de calle que también patrocina la Fundación SGAE de la Sociedad General de Autores y Editores.
La idea dramatúrgica que mueve el citado espectáculo es una cita contenida en ‘Luchana’, uno de los Episodios Nacionales de Galdós que dice: “Todo es navegar. Todo es una continuada lucha. (…) Arte y valor para no ahogarse”. El barco, el mar, la relación de Galdós y nuestra con la isla, la creación… son elementos que estarán muy presentes en el espectáculo que se estrena el día 20 de junio.
Hay que mencionar que el primer montaje teatral ‘Ana (también a nosotros nos llevará el olvido)’ fue incluido en la edición 46 del Cuaderno de Espectáculos Recomendados por la Comisión de Teatro y Danza de la Red Española de Teatros, junto a otros 21 espectáculos nacionales, y opta como finalista en la categoría de Mejor Espacio Escénico en la XXII edición de los Premios Max de las Artes Escénicas 2018-2019, cuyos galardones se entregarán el próximo día 20 de mayo en una gala oficial que se desarrollará en el teatro Calderón de Valladolid. El citado montaje, que había sido preseleccionado también en las categorías de Mejor Autoría Teatral, Mejor Dirección y Mejor Iluminación, finalmente ha tenido que conformarse con optar al Max concedido al Mejor Espacio Escénico, cuyo diseño firma también el director de la obra, Mario Vega.
Un crimen y sus efectos colaterales
Madrid se convirtió, en 1888, en escenario de un crimen que provocó altercados en las calles, el seguimiento diario por parte de la prensa, la implicación de corruptos, el brote de juicios paralelos, las dimisiones del director de la cárcel y del presidente del Tribunal Supremo y la traslación del juicio a la lucha de clases. El caso acabó en ejecución, la última que se hizo en público con garrote vil. Como señala la periodista María Fabra, “a estos ingredientes se unieron otros que lo convirtieron en uno de los más destacados de los que ha tenido el Tribunal Supremo y, por ello, ha merecido un capítulo del recién editado libro Los procesos célebres seguidos ante el Tribunal Supremo en sus 200 años de historia, editado por el Boletín Oficial del Estado”.
Un perro narcotizado, la vida del Pollo Varela, una prueba de hipnosis que no fue admitida como tal, un expresidente como abogado defensor, unas colillas de las que nunca se descubrió al usuario, un indulto que no se concedió y una acusada que cambió hasta cinco veces su versión hicieron del asunto merecedor de la atención de Benito Pérez Galdós y, un siglo después, de un capítulo de la serie televisiva, La huella del crimen: “La historia de un país es también la historia de sus crímenes, de aquellos crímenes que dejaron huella”, tal como anunciaba al inicio de cada programa.
El crimen de la calle Fuencarral hizo que “a partir de ese momento, todos los periódicos dedicaran una columna a los sucesos de la época”, tal como señala el libro que detalla lo ocurrido entre el 1 de julio de 1888 y las cuatro de la madrugada del 29 de julio de 1890, cuando la condenada por el crimen, Higinia Balaguer fue ejecutada con garrote vil en un patíbulo instalado en el patio de la cárcel modelo de Madrid. “¡Dolores, catorce mil duros!”, fueron sus últimas palabras.
Jurídicamente, el caso fue pionero en otro ámbito. Por primera vez se ejerció una acusación con la llamada acción popular, que representaba a los directores de los periódicos más importantes de la época. Se personaron al considerar que la investigación estaba atestada de irregularidades y por llegar al trasfondo del caso, en el que intuían implicaciones políticas. Su participación activa les sirvió para, además, tener acceso al sumario que, en algunos casos, fue reproducido por capítulos en las páginas locales. Antes de esto, los jueces tuvieron que batallar con las filtraciones y, dada la implicación de la prensa, con la aparición de juicios paralelos que incitaron a la celebración de manifestaciones y altercados, incluso con el apedreamiento del Ministerio de Justicia. Todo, a finales del XIX.
El caso se desató con la muerte de una mujer, Luciana Borcino, una viuda de 50 años de edad que, aunque vivía una vida austera, contaba con una gran fortuna. Luciana tenía un solo hijo, José Váquez Varela Borcino, de 23 años, que, en el momento de la muerte, cumplía condena por el robo de una capa. Luciana contrató para su servicio a Higinia que, antes, había trabajado en casa de José Millán Astray, director de la cárcel Modelo madrileña.
La noche del “horroroso crimen”, tal como lo titularon los periódicos de la época, Luciana fue encontrada muerta en su casa, con varios navajazos en el abdomen y medio calcinada. Los vecinos, que acudieron alertados por el humo que salía del segundo piso del número 109 de la calle Fuencarral, encontraron, en la cocina, a la sirvienta, Higinia, desmayada y junto al perro de su señora, un fiero bulldog que yacía anestesiado.
Higinia fue detenida e interrogada. En su primera comparecencia ante el juez aseguró que “su señora” había recibido la visita de un señor y que ella se había retirado a dormir. También fue interrogado el hijo de la difunta, que negó cualquier implicación con la coartada de su estancia en prisión como base de su testimonio.
Pero todo cambió cuando se le permitió a Millán Astray, sin que se supiera en concepto de qué y por la relación laboral que habían mantenido, romper con la incomunicación a la que había sido sometida Higinia y conversar con ella para que esta se confesara culpable del crimen con la única intención de robar.
La siguiente de sus versiones cambió totalmente el rumbo de la investigación ya que la criada aseguró que el autor del asesinato había sido el hijo de la fallecida, el Pollo Varela, que había obtenido uno de los muchos permisos que Millán Astray le concedía, de manera irregular, para salir de la cárcel. El juez la creyó y decretó el procesamiento del director de la prisión madrileña, así como del hijo de Luciana.
La sociedad comenzó a dividirse. En las tertulias de café se empezaron a diferenciar los higinistas, partidarios de la criada, de los varelistas. Se interpretó, además, como el juicio al proletariado frente a la burguesía y la capacidad de influencia del dinero hasta culpabilizar a una pobre sirvienta. La prensa comenzó a hacerse eco y a inclinar la balanza.
Con tres tomos de sumario, que recogían el testimonio de 165 personas, 22 careos, 11 diligencias de registro, y 126 testigos declarados impertinentes, se cerró la investigación. El 26 de marzo de 1889 una muchedumbre se agolpó ante la sede del tribunal para intentar ocupar uno de los pocos puestos de la sala en la que se iba a celebrar el juicio, tal como describe el libro editado por el Supremo. Como abogado defensor de la principal acusada, Nicolás Salmerón, que 15 años antes presidió el Gobierno republicano.
Tras 36 sesiones, en el que Higinia volvió a cambiar su versión de los hechos, fue declarada culpable y condenada a muerte. El hijo de la fallecida fue absuelto, igual que Millán Astray que, no obstante, no solo acabó con su carrera al frente de la cárcel, sino también con la de Eugenio Montero Ríos, presidente del Tribunal Supremo, su protector, que también tuvo que dimitir.
Quedaron por resolver importantes dudas, como la de quién dejó las cinco colillas que se encontraron en el lugar del crimen pese a que Higinia no fumaba. Tampoco se supo qué quiso decir con su último grito. Lo que sí quedó claro fue el interés por los sucesos salpicados de corruptelas y por el posicionamiento social ante un caso con tantos ingredientes que lo hicieron merecedor de muchas portadas.